PRESENTACIÓN

Es una alegría para mi, el poder introducirles a ustedes las glorias del brahmacarya. Brahmacarya es la vida de un estudiante célibe que recién comienza a comprender cual es la responsabilidad de haber nacido en un cuerpo humano. Generalmente se asocia la practica de brahmacarya con la vivencia en Gurukula, la escuela del Guru, o la vivencia en un ashram, bajo los estrictos principios de la vida monástica. En sinopsis se puede decir que brahmacari o brahmacarini es un hombre o una mujer estrictamente célibe que usa su tiempo para servir a su maestro espiritual, para servir a los Vedas y a toda la humanidad. El concepto brahmacari también tiene otras aplicaciones prácticas, por ejemplo, se usa el termino grihasta brahmacari para aquellas parejas que usan la vida sexual única y exclusivamente para invitar hijos a sus familias y al mismo tiempo son muy dedicados al servicio de los ideales espirituales. Swami BA. Paramadvaiti

martes, 25 de agosto de 2009

Más alla de consideraciones externas.


Como bien dijimos, según la cultura védica, en todos los varnas y asrams se encuentra presente la práctica de brahmacarya.
Pero el período llamado brahmacari propiamente dicho, está especialmente destinado para el entrenamiento del control de los sentidos y la mente. Este entrenamiento fluye a través de la práctica del servicio con devoción y la sumisión a los diksa y siksa Gurus.
En esta etapa de la vida el devoto tiene mayores facilidades para descubrir su naturaleza y capacitarse para servir al maestro espiritual, ya sea como grihasta, vanaprastha, o sannyasi en el futuro.

Sri Caitanya Mahaprabhu dijo: “No soy un brahmana, un ksatriya, un vaisya ni un sudra, tampoco me identifico como un brahmacari, un grihasta, un vanaprastha o un sannyasi, Yo solamente soy en sirviente del sirviente de Krishna, quien es el mantenedor de las Gopis“ (Caitanya Caritamrita. Madhya 13.80)
Así vemos que el avance espiritual no depende de las consideraciones externas, pero somos muy afortunados si podemos aprovechar las distintas facilidades que guru, vaisnavas y Krishna nos brindan.

Hay un pasatiempo en donde el mismo Señor Caitanya, cuando visitó Varanasi, evitó la asociación de muchos sannyasis mayavadis que se encontraban presentes allí y en lugar de ello prefirió vivir con Sus devotos grihastas, Tapana Misra y Candrasekhara. Incluso los sannyasis mayavadis criticaron al Señor, pero posteriormente el Señor Les predicó y todos ellos se volvieron vaisnavas, entonces fue allí que el Señor se sentó entre ellos a compartir prasadam.
De esta manera vemos que lo que conquista al Señor supremo es la sinceridad de Su devoto, más allá de cualquier tipo de consideración externa.
Pero aun así las reglas y regulaciones de cada asram en particular deben respetarse, ya que éstas tienen la capacidad de protegernos, principalmente de la mente, y también de ayudarnos en el desarrollo correcto de nuestro crecimiento espiritual.

Respeto a la vida.


La brahmacarya no es solamente para jóvenes, es también para los adultos y aún más para los ancianos. ¿Por qué? Porque la lujuria nunca llega a un punto final, a tal grado que ni siquiera desaparece en la vejez.
Hay una antigua historia que nos revela la influencia y la fuerza de la lujuria. Esta cuenta que en una ocasión un emperador de la India llamó a su ministro y le preguntó: "Mi querido ministro, consejero mío, dígame, ¿hasta cuándo me va a torturar la lujuria?". El ministro respondió: "Hasta que se muera, emperador". El emperador dijo entonces: "No, no puede ser. ¿Hasta que muera va a torturarme la lujuria? ¡Oh, Dios me salve, no puede ser!"
El ministro entonces le dijo: "¿Quiere que se lo compruebe?". "¡Sí!", respondió el emperador. "Entonces venga conmigo -dijo el ministro- y traiga a su joven hija también". Salieron enseguida a visitar al anciano padre del ministro que se encontraba en el lecho de muerte. Entraron en el cuarto y vieron al hombre recostado ya con los ojos cerrados. El ministro dijo: "Padre, ha venido el emperador a verte"; pero el moribundo anciano solo se quejaba de su dolor. Entonces el ministro agregó: "Padre, vino también su joven hija a verte". El anciano al instante levantó la cabeza y preguntó: "¿Dónde está la señorita?". El anciano no tenía la fuerza para ver al emperador, pero sí para contemplar a su joven hija. Así, esta sencilla y sabia historia nos muestra la influencia que la lujuria tiene sobre la conciencia, y la cual no pierde fuerza aún con el paso del tiempo y por el contrario, mantiene su propósito de acompañarnos hasta la muerte.
La invitación que nos hacen los Vedas y los grandes sabios es a entusiasmarnos para superar y trascender esta negativa influencia, ayudándonos de la práctica de la devoción, de la guía experta del maestro espiritual, del cultivo del conocimiento, y de la meditación en el Maha Mantra: HARE KRISHNA HARE KRISHNA, KRISHNA KRISHNA HARE HARE, HARE RAMA HARE RAMA, RAMA RAMA HARE HARE. Esta meditación constituye el proceso de autorrealización prescrito para la era actual, mediante la cual podemos despertar nuestra conciencia espiritual y junto con ella un profundo respeto por la vida.